octubre 24, 2010

Efectos colaterales de la comunicación.

Desde hace algunos años, en nuestro país han tomado fuerza los programas de investigación y denuncia social que sacan a la luz problemáticas desconocidas para la mayoría de ciudadanos.



Actualmente, Caracol Televisión, transmite el programa Séptimo día que toca problemáticas bastante controversiales y preocupantes para la sociedad. Presentado por Manuel Teodoro y Silvia Corzo, mediante un discurso lastimero y un manejo de imagen narrativa que a veces pasa a la pornomiseria, nos muestran cada 8 días las desgracias más significativas de nuestra sociedad.

Pero no me quiero desenfocar del verdadero tema de esta publicación. Los últimos capítulos de este programa de periodismo investigativo han estado dedicados al tema de turismo de órganos, en el que presentan la problemática que se genera para las personas nacionales que están esperando un órgano para conservar su vida.

Resulta que en nuestro país, algunas personas ofrecen transplantes de órganos a extranjeros que viven en países donde acceder a este servicio médico es prácticamente imposible. A pesar de un decreto que ordena que los nacionales tengan prelación en la obtención de un órgano, por medio de una tutela puede lograrse que el extranjero acceda a él acudiendo al artículo de nuestra Constitución que dice que todos tenemos igualdad de derechos dentro del territorio nacional colombiano.

Es así como muchos extranjeros han logrado colarse en las listas de espera, por delante de otras personas de nacionalidad colombiana que están esperando un órgano.

En el programa, además, mencionan los hospitales y clínicas del país donde más se practica el transplante de órganos y el número de extranjeros que han obtenido uno en estas instituciones.

Uno de los mencionados fue el Hospital Universitario San Vicente de Paul, ubicado en la ciudad de Medellín, y del cual unos días más tarde escuché una información que me sorprendió: en el canal regional Teleantioquia divulgaron la noticia de la preocupación que hay en esta institución por la reducción en la donación de órganos que se ha generado por un programa que había denunciado que muchos órganos iban a terminar salvando vidas de personas extranjeras. Al parecer, muchas personas habían comunicado que no donarían los órganos de su ser querido aduciendo que no querían que terminaran beneficiando a personas de otros países.

Cuando escuché esto, de inmediato supe que se trataba del programa de Séptimo día, pero ¿Es su culpa que esta situación se haya generado como efecto de su especial de turismo de órganos?

Esta pregunta rondó mi cabeza por varios días, y finalmente, creo que en esta situación se mezclan muchos ingredientes que de ningún modo podrían traer buenos resultados. Por un lado, no me resulta claro el objetivo de la denuncia del programa Séptimo día. Entrevistaron abogados, víctimas, beneficiarios… pero realmente no hicieron contacto con ninguna persona que pudiera mostrar luces de solución.

Por otro lado, es evidente que los públicos colombianos somos bastante emotivos, tragamos entero, analizamos poco y creemos todo lo que nos dicen. ¿Qué clase de razonamiento es ese de que no dono porque va a ser para un extranjero? ¿No deberíamos usar la lógica de donar más para que haya más personas beneficiadas?

En un país con tan baja capacidad analítica y tan poca educación de públicos, es muy difícil predecir los efectos que pueden tener este tipo de programas.

Para terminar, creo que el programa se quedó corto en algunos aspectos y que la gente es demasiado facilista e irresponsable a la hora de tomar este tipo de decisiones. Las denuncias de estos programas son muy importantes, pero siempre hay que mantener una actitud crítica y objetiva porque los discursos siguen siendo más emotivos que objetivos y más entretenidos que educativos.

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